Apuntes de un tarufán obsesivo

Durante esta última temporada (la tercera de mi vida de señuelero) me dediqué casi exclusivamente a las taruchas. Las pesqué con fanatismo y obsesión, y creo que al final empecé a incorporar experiencia y lograr resultados aun en las situaciones en las que antes no hubiera pescado nada. Como consecuencia, mis crónicas se volvieron cada vez más largas porque me veía desbordado y fascinado por lo que descubría y comprobaba en cada salida. Entonces escribir todo era una forma de asimilar esa información y tratar de compartirla, y además una manera de llevar una especie de registro para verificar en la salida siguiente si lo descubierto antes funcionaba o no.

apuntes_tarufan_01Como hasta para mí el dato útil terminaba naufragando en el palabrerío de las crónicas, decidí hacer una lista de las cosas que aprendí esta temporada, un resumen que compendiara lo que leí en diferentes espacios de internet, lo que me enseñaron en la práctica otros pescadores y guías y lo que aprendí por las mías. Un resumen que a los señueleros experimentados seguramente les resultará una repetición de obviedades con algunos errores, pero que a los principiantes quizá les pueda resultar aprovechable. La idea es que los que se inician puedan contrastar sus experiencias con las mías y sacar sus propias conclusiones. Para facilitar ese contraste es que traté de clasificar por tema mis observaciones.

Quiero resaltar que éstos son los apuntes en la libreta de un tipo obsesivo y excesivo que se divierte como loco pescando con muñequitos. De ninguna manera estas observaciones pretenden ser reglas, dado que todas son relativas a su circunstancia y por lo tanto pueden ser refutadas en cualquier otra situación de pesca. Por suerte las taruchas son lo suficientemente complejas y caprichosas como para renovar siempre el desafío que representa pescarlas.

Sobre la observación

Entrenar el ojo para poder leer una cancha es un proceso que demora su tiempo. Las veces que en alguna cueva le pregunté a un pescador más avezado qué era lo que estaba observando, no siempre logré ver lo que me mostraba o entender lo que me explicaba; en cambio, a medida que se fueron acumulando las salidas y me acostumbré a tomarme el tiempo necesario para observar tanto las canchas como a mis compañeros de pesca y al guía, de a poco terminé viendo algo de lo que ellos veían aunque no les preguntara expresamente. O sea que observar qué observaban los que saben me permitió potenciar mi poder de observación, claro que no en el mismo día, ni de un día para el otro, pero sí con el correr de los meses: de pronto me sorprendí llegando a advertir cosas que antes se me pasaban completamente por alto y entendiendo súbitamente explicaciones que me habían dado mucho antes.

Sobre el clima

Considerando el total de mis salidas, incluyendo una en junio con el agua a 4?, me terminé dando cuenta que el mayor obstáculo climático para la pesca de taruchas no era tanto el frío, como yo creía, sino el viento. El movimiento del agua que genera el viento, desde una marejada leve en superficie a una correntada, hizo casi siempre que las tarariras disminuyeran drásticamente su interés en los señuelos (o en la cacería); o sea que las taruchas estarían más cómodas, seguras y activas en aguas calmas, donde es más factible que se agazapen para acechar a sus presas.

Otra cosa que pude observar es que en los días nublados y con lloviznas o lluvias esporádicas el pique nunca desaparecía, pero en los momentos en que salía el sol aumentaba la cantidad de ataques y la precisión de los mismos, como si el calor estimulara a las tarariras y la luz las ayudara a medir mejor sus ataques.

Cuando hizo demasiado calor, ya pasado el mediodía en pleno verano por ejemplo, las taruchas la mayoría de las veces redujeron su actividad y se ubicaron en lugares de sombra o bajo la vegetación acuática, por lo que recién al insistir con los señuelos en esos sectores conseguí hacerlas atacar. Cuando estuvo fresco, a la mañana temprano por ejemplo, por lo común las encontré en lugares soleados y de poca profundidad donde el agua se entibiaba más rápido.

Sobre el fin de la temporada pude notar que con el avance gradual del frío las taruchas iban reduciendo su actividad y su agresividad e incluso cuando tomaban en superficie lo hacían de manera menos violenta; si bien las pude seguir pescando, dejaron de producirse piques explosivos en superficie.

Sobre las canchas y cómo entrarles

Una idea básica, pero que no puedo obviar, es que cuantas más veces fui a un mismo lugar, mejores resultados conseguí, pues fui descubriendo los pormenores de la estructura: profundidades, puntos de pique, de enganche, etc.

Al principio, ni bien llegaba a una cancha me apuraba por entrarle antes que mis compañeros por el punto que me parecía mejor. Después me di cuenta que eso era una estupidez que me mantenía aislado en mis ideas y comencé a tomarme mi tiempo para pensar y observar a los demás. Desde entonces, al llegar a una cancha primero pensé en cómo la encararía y después me dediqué a observar qué hacían los otros pescadores y qué resultados conseguían para comparar con mis propias ideas.

A fuerza de ver huir tarariras espantadas por mis movimientos, me di cuenta que al llegar a una cancha conviene lanzar primero desde lejos de la orilla y recién después de barrer la costa podemos acercarnos y entrar al agua. Tras un rato de vadeo, muchas veces me dio resultado volver peinar con los señuelos la orilla por la que había ingresado, pero esta vez desde el interior del agua.

Las varias veces que me tocó pescar con viento tuve que resignarme a perder distancia y puntería con los artificiales, por lo que terminé avivándome de que la situación mejoraba considerablemente si le entraba a la cancha con el viento de espalda, aunque para ello tuviera que dar rodeos y perder un poco de tiempo.

Casi siempre que enfrenté esa molestísima marejada en superficie provocada por el viento, en la orilla de agua quieta o en los sectores en que se formaban remansos se dieron más piques que donde el agua se movía, por lo que comprendí que convenía lanzar directamente a los puntos de aguas calmas o al menos más tranquilas. Durante esas salidas ventosas también descubrí que debía prestarle especial atención a la zona donde el agua calma comenzaba a agitarse con la marejada superficial, pues muchas veces cuando los señuelos cruzaban ese punto detonaban el pique.

Cuando enfrenté estructuras cubiertas de lentejilla, contar con un señuelo antiengache lastrado que rompiera la capa superficial y dejara un surco arriba o pudiera trabajar semihundido fue la diferencia entre pescar y no.

En las canchas que encontré tapiadas de repollos o gambarrusa con algunos claros pequeños, lanzar directamente al hueco despejado en general no me dio buenos resultados, como si al caer en el agua el artificial generara demasiada agitación y espantara a las tarariras; en cambio, conseguí más ataques lanzando el señuelo antienganche sobre la vegetación y arrastrándolo para que entrara suavemente al agua en el lugar abierto; en esos huecos muchas veces detoné el pique moviendo despacio el señuelo casi en el mismo punto o dejándolo profundizar con alguna leve sacudida.

En casi todos los sitios que visité, si las canchas presentaban hitos bien visibles como montículos de tierra, islotes de vegetación en superficie o subsuperficie, yuyos, juncos, palos, etc., me dio resultado contornearlos con los artificiales, como si esos fueran los puntos preferidos por las taruchas para quedarse al acecho.

 

Sobre la activación, los pifies y los piques

Pude advertir, con el correr de las salidas, que activar las tarariras suele lograrse generando movimiento en superficie en un área precisa, y si además los pescadores trabajan en conjunto en el mismo sector las activan más rápido que si trabajan separados. Claro que a veces es al revés, hay que rascar el fondo para moverlas. De todas maneras, si están amontonadas en un lugar, por lo común cuando una ataca genera que las demás también reaccionen, se potencian entre ellas y se enojan cada vez más hasta alcanzar un frenesí de tarascones (incluso, cuando están bien rabiosas podemos llegar a pescarlas más de una vez, como si olvidaran de inmediato que acabamos de pincharlas), y luego la actividad decae como si al final se aburrieran. Llegada esa situación, a veces cambiar de señuelo, ofrecer otro movimiento, hizo que las tarariras recuperaran el interés, otras veces no hubo forma y tuve que cambiar de lugar.

De vez en cuando llegué a ver con enorme satisfacción que las taruchas estaban tan rabiosas que tomaban todos los señuelos que tirara al agua, pero en general me hicieron sufrir con una selectividad casi caprichosa, aun estando amontonadas y bien activas. La suma de esas circunstancias me permitió descubrir que la selectividad de las tarariras puede enfocarse en la acción del señuelo, en el color, en el tamaño o en el sonido (me ha pasado de tener un tiro un pique con un artificial de un color y tirar el mismo señuelo de otro color y que lo ignoren completamente; también me ha pasado de tirar un artificial de una medida y que lo ataquen constantemente y tirar el mismo pero de otra medida y que no lo toquen; lo mismo con el rattling: casi siempre vi que les gusta el ruido pero a veces quieren señuelos silenciosos).

Cuando vi que las taruchas pifiaban sistemáticamente en superficie y me hacían desesperar, conseguí pescarlas cambiando por un señuelo de subsuperficie lanzado al mismo punto del ataque en superficie fallido, como si a 5 o 10 cm de profundidad las tarariras ya se volvieran mucho más certeras. Una variante de esto que me sirvió algunas veces, es pescar en tándem: mientras un pescador trae en superficie algún señuelo revolvedor, otro trae atrás uno de subsuperficie que recibe los ataques.

De todas maneras, la cuestión de por qué a veces pifian en sus ataques y otras tienen una precisión quirúrgica me sigue fascinando y desconcertando. La mayoría de las veces me dio resultado ser insistente, repetir siempre el tiro tras un ataque errado, porque por lo común la tarucha no renuncia y vuelve a atacar; repetir el tiro incluso si la tararira se pincha y luego se suelta, porque a veces siguen atacando igual, aunque ahí ya es más difícil. Por supuesto, todo lo que anoto es relativo y sobre el fin de temporada me sorprendí viendo refutado lo que acabo de nombrar: en la misma cancha donde antes podían atacarme varias veces seguidas hasta tomar el señuelo, ahora atacaban una sola vez y ya no había forma de conseguir que volvieran a hacerlo, por más que repitiera los tiros barriendo toda la zona o cambiara de artificial para ofrecer variantes que pudieran tentarlas.

Las veces que pude ver la estela de una tarucha siguiendo un señuelo, me dediqué a probar qué pasaba si lo frenaba; en general diría que detener el lure les hace perder interés cuando están muy agresivas, pero las detona para atacar cuando están más mañosas.

Con los gusanos montados en un anzuelo offset, lo que me resultó más efectivo en aguas con vegetación es traerlos con tironcitos irregulares que les dieran un movimiento errático; por lo común recibieron los ataques cuando tras los tirones los dejaba profundizar. En aguas despejadas me dieron más resultado los gusanos con una cuchara giratoria o una hélice. A veces conseguí piques combinando las dos acciones.

Con las ranas antienganche, lanzar a la costa de enfrente para que caigan en tierra o en la vegetación para luego hacerlas entrar al agua, me dio en muchas ocasiones un pique orillero inmediato o generó que las taruchas las siguieran y las atacaran cuando llegaban a aguas un poco más profundas.

Donde me resultó efectivo un señuelo de superficie con una acción moderada, como puede ser un jitterbug traído lento, otros artificiales que precisan mayor velocidad y hacen mucho más ruido, como un buzzer, espantaron a las tarariras. En cambio, donde fueron efectivos esos señuelos bien bochincheros y movedores de agua, los más tranquilos fueron menos atractivos pero no dejaron de recibir algún que otro ataque, o sea que podría decir que cuando se impuso lo sutil no sirvió lo bruto, pero cuando anduvo lo bruto lo sutil también funcionó.

Haciendo un balance de lo sucedido en mis salidas, creo que cuando las taruchas reaccionaron a los señuelos que rascan el fondo, casi nunca tomaron arriba aunque el lugar fuera poco profundo; en cambio, cuando tomaron bien arriba, los lures que rascan el fondo las hicieron mover (y así pude distinguirlas claramente, a veces porque vi los lomos y otras las manchas de barro o la estela en el agua), pero fueron atacados sólo esporádicamente. De todas formas siempre se dio algún pique aislado que alteraba lo que intentaba verificar.

 

Sobre la clavada y la pelea tras el pique

Si bien con señuelos duros casi siempre pude clavar sin dificultades, con las ranas antienganche no logré pescar durante mucho tiempo: al principio les arrancaba el señuelo de la boca a las taruchas por cañar demasiado rápido, después aprendí a esperar antes de cañar pero las tarariras se me encajaban en la vegetación y se me soltaban. Al final, después de probar diferentes estrategias y recibir muchas explicaciones, logré pescar unas cuantas taruchas con diferentes ranas antienganche. No obstante creo que es el señuelo más problemático porque me da la sensación de que, para conseguir que el doble quede expuesto y se clave, dependemos de cómo haya tomado el lure la tarucha y de si se lo traga o no. He visto cañar al instante y clavar las tarariras sin problemas, también he visto que las han esperado contando hasta treinta antes de cañar y las han sacado, incluso he visto que no las han cañado nunca e igual pudieron sacarlas. Por eso digo que dependemos de cómo se acomode la rana en la boca de la tarucha y de que no la escupa mientras esperamos.

En principio creo que lo mejor, lo que me funcionó más veces, fue no cañar ni bien se producía el pique sino esperar todo el tiempo posible para que la tararira se tragara la rana. A veces el pique fue muy violento y sentí la llevada y cañé casi por reflejo sin esperar mucho, pero otras la tarucha se quedó en el mismo lugar y no escupió la rana, por lo que pude esperar bastante antes de cañarla. A fin de cuentas, creo que cada pique ofrece una variante distinta y cuanta más experiencia tengamos y más atentos estemos mayores chances tendremos de interpretar qué debemos hacer. Aquí creo que resulta fundamental llegar a distinguir desde dónde se produjo el ataque: cuando la tarucha llega desde atrás por lo común se traga de una la rana, mientras que si lo hace de costado o de frente, esperar permite que se acomode la rana en la boca y la trague.

Con la tararira ya prendida de la rana, en general me resultó efectivo no recoger a toda velocidad ni prepearla con la caña, para evitar arrancarle el artificial de la boca. Por mucho que hubiera esperado que la tarucha tragara antes de cañar, igual se me soltaron muchas mientras las traía, como si el cuerpo de goma de las ranas hubiera cumplido su función antienganche incluso dentro de la boca de la tararira; por eso sostener la tensión pero sin forzar demasiado la tracción me permitió conseguir capturas aunque no estuvieran bien clavadas (una vez que la tarucha cierra la boca sobre su presa, tiende a no abrirla más; por eso he podido sacar varias tarariras en las que me sorprendí encontrando, luego de abrirles la boca con el bogagrip, la rana suelta; incluso saqué una tarucha que había mordido una banana artesanal en el medio del lomo y los dos triples colgaban sueltos fuera de la boca).

Si bien con las ranas aprendí que ser moderado al recoger era más efectivo, con los señuelos duros muchas veces me resultó práctico traer las tarariras a toda velocidad por arriba para evitar que se metieran debajo de la vegetación, como así también darles un cañazo para cambiarles la trayectoria y que no se encajaran en algún obstáculo de la estructura. Cuando me descuidé y la tarucha me quedó trabada en algún punto, velocidad y fuerza en la tracción ya no me sirvieron para nada: todas las veces que tironeé acabé arrancando el señuelo de la boca de la tararira; en cambio, la lentitud, la paciencia y la maña sí me dieron resultados: cuando aguanté a la tarucha con el multifilamento tenso pero sin presionar o a lo sumo dando unos tironcitos molestos, ella sola terminó saliendo de donde se había metido y ahí sí pude apurarla para que no volviera a encajarse.

Comparando mis experiencias con tarariras de todos los portes y prestándole especial atención a la práctica del spinning ultraliviano, noté que cuanto más chica fuera la tarucha, resultaba más difícil clavarla porque la posibilidad de que los anzuelos cumplieran su función dependía más de la forma en que la tararira había tomado el señuelo que de lo que yo pudiera hacer, dado que la boca era más pequeña, menos carnosa y más frágil; por el contrario, cuanto más grande fuera la tarucha, era más fácil clavarla porque casi con cualquier mordida se tragaba el señuelo completo.

Si algo me enseñó el spinning ultraliviano es que con las taruchas chicas mantener la tensión de la línea en todo momento resulta determinante para que la pelea concluya en captura, porque las pequeñuelas saltan más y en el aire se sacuden, aflojan la tensión del señuelo y se sueltan.

 

Sobre las tarariras

Por lo común, si las taruchas están amontonadas tienen las aletas y las colas mordidas, o sea que se pelean entre ellas por la proximidad, y en cambio en las cuevas donde están separadas, cada una tiene su territorio y salen con las aletas y las colas intactas.

Varias veces escuché que las más grandes salen a comienzo y fin de temporada. Mi experiencia hasta ahora parece confirmar esos dichos: sólo saqué tarariras de tres kilos en septiembre y luego en marzo y abril.

Algo que me llamó mucho la atención es que cuando estaban desovando, para noviembre más o menos, se mostraban casi en superficie, por lo que pude pescarlas a pez visto con mayor frecuencia que durante el resto de la temporada. También aprendí que durante ese período se quedan cuidando los nidos y a veces tentarlas con un señuelo se vuelve casi imposible.

 

Sobre la natación de los señuelos

A fuerza de probar variantes y llevar una especie de estadística, me di cuenta que por lo común la irregularidad en la natación (pausas, cambios de velocidad y profundidad, movimientos erráticos) era un disparador para las taruchas, en especial cuando estaban esquivas; en cambio la regularidad del movimiento, una acción pareja, continua y veloz, me terminó resultando más efectiva cuando estaban muy violentas, como si al estar furiosas prefirieran cazar la presa más activa.

En general logré que los ataques de las tarariras fueran más certeros accionando los señuelos de superficie con tirones cortos que desplazaran poco al lure aunque fueran muy rápidos; en cambio, tirones largos, que movieran en tramos extensos al señuelo aunque fueran lentos, produjeron por lo común que las taruchas pifiaran más y mordieran el lugar donde el artificial ya no estaba.

Sobre el final de la temporada me sorprendí al ver que un par de veces las tarariras atacaron ranas completamente detenidas mientras yo estaba conversando.

 

Sobre la actitud y la técnica

Mejorar paulatinamente la técnica de casteo y la puntería me resultó importante para poner el artificial en el lugar preciso en el momento preciso (repetir el tiro rápidamente tras una ataque fallido por ejemplo, o colocar el señuelo en el lugar exacto cuando pesqué a pez visto). No obstante, creo que me fue mucho más importante la actitud perseverante (no darme por vencido cuando algo no me salía o cuando no pescaba) y la capacidad de observación que de a poco fui desarrollando. Voy a tratar de explicarme: seguro que poner el señuelo donde uno quiere al primer tiro ayuda, pero aunque tarde cuatro o cinco tiros es probable que igual acabe pescando; en cambio, si uno no llega a descubrir dónde debe poner el lure, pescar se vuelve puro azar, y si uno se da por vencido directamente no pesca.

Algo que de puro obsesivo y cebado me costó entender es que no hay que dejar que nuestras limitaciones técnicas o los inconvenientes con el equipo opaquen el goce de la pesca, porque si nos enceguece la mala onda dejamos de compartir con nuestros compañeros, cometemos más errores y aumentamos el riesgo de accidentes. Hay que hacer una pausa a tiempo cuando las cosas no van como uno quiere.

Analizar y darle vueltas a los piques perdidos me llevó a experimentar con casi todo lo que fui anotando en estos apuntes. Por eso creo que el pez que se escapa, el que no se convierte en captura, es el que puede enseñarnos más, y no merece nuestro enojo sino nuestro respeto y atención.

Como al principio perder un artificial me dolía en el orgullo y en el bolsillo, me costó bastante aceptar que el lugar complicado al que sólo se puede llegar con un tiro difícil con peligro de enganche y pérdida del señuelo suele pagar en piques, por lo que vale la pena correr el riesgo.

Con el tiempo me di cuenta que lograba mayor concentración y perdía menos piques cuando estaba en lugares donde me sentía a gusto para castear y a la vez podía disfrutar el paisaje, así que al final aprendí que hay que saber integrarse al ámbito de pesca valorando el goce de la naturaleza, la comodidad para castear y la posibilidad de conseguir capturas. Al poner en la balanza esos tres elementos, a veces elegí correr algún riesgo desmedido para llegar a un lugar que me gustaba; por suerte no estuve solo en esas situaciones y recibí ayuda, si no por ahí no contaba el cuento, así que no hay que olvidar hasta dónde nos da el físico. Lo mismo con el rescate de señuelos enganchados: no hay artificial que valga correr el riesgo de lastimarnos o ahogarnos.

Finalmente, en las charlas con otros pescadores descubrí que, si me guardaba el orgullo en el bolsillo y compartía mis vivencias de pesca, aunque a veces me dieran vergüenza las macanas que me había mandado, recibía muchos más consejos para solucionar los problemas y corregir los errores (por eso mismo escribí todo esto).

 

Sobre los equipos y la variedad y cantidad de señuelos

Como arranqué pescando con una caña 4-8 libras y luego pasé por varias más (una ultraliviana 2-6, una  6-12 y una 8-17) hasta quedarme con una 8-15 especialmente versátil (permite lanzar señuelos ultralivianos desde 3 gramos para capturar tarariras chicas y a la vez tener potencia para pelear una tarucha de 3 kilos debajo de los repollos), llegué a advertir con claridad que la potencia de la caña puede hacer la diferencia entre perder o no una tararira si la cancha tiene vegetación; como me inicié con reeles económicos, grandes y pesados, y de a poco pasé a modelos de mejores marcas y acordes en medida y peso con las cañas, pude asimilar la noción de equilibrio en un equipo y cómo se nota al final de la jornada en la mano y el brazo; como empecé pescando con monofilamentos de 0,30 y 0,35 mm y luego con multifilamentos de 30 y 20 libras, también descubrí que el multifilamento puede optimizar la clavada porque no se estira y en los enganches puede hacernos zafar de perder un artificial por su resistencia; no obstante esas particularidades y ventajas de las cañas, los reeles y el multifilamento, creo que a fin de cuentas el equipo no es lo fundamental a la hora de pescar tarariras (de hecho pude pescarlas aun con las peores variantes de equipamiento); en cambio, sí me resultó decisivo contar con suficientes señuelos para enfrentar las diferentes estructuras y la selectividad de las taruchas, o sea que la variedad de lures sí me parece que acaba siendo determinante en cuanto a pescar o no.

Llegado al final de mi resumen, repito lo que dije al comienzo: estos son apuntes, no aspiran a convertirse en reglas de pesca sino que tienen un carácter provisorio. Son observaciones tentativas cuya función es doble: por un lado ser contrastadas con la experiencia de otros principiantes, y por otro ser corregidas a medida que la pesca de tarariras me siga mostrando sus variantes infinitas, esa diversidad de posibilidades que con su misterio desafía nuestro ingenio cada vez que lanzamos un señuelo al agua.

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25 Respuestas

  1. G.I.Ramone dice:

    Gaby se puede compartir o no tus apuntes, sinceramente es lo menos importante, lo que si es innegable y admirable, tu capacidad para sacar conclusiones a partir de lo que vas descubriendo, por lo menos a mi es lo que mas me apasiona de la pesca. Una respuesta trae mas preguntas (Filosofia Lost). Es excelente y creo que deberia ser de lectura obligada para todos los que arrancaron hace poco y para los que arrancaron hace mucho tambien. un abrazo

  2. marcelo saco dice:

    gabriel: son muy interesantes tus apuntes/reflexiones a la hora de intentar pescar a estas ciclotimicas, por no ponerles epitetos ofensivos

  3. Aníbal dice:

    Hola “kind”, no te conozco, solo a través de estos sitios …hace un tiempo he decidido volver al principio, volver al cero. Trato de encontrar buenos pescadores en los relatos compartidos. Los leo. No contesto a menudo. Disfruto de aprender de las experiencias ajenas. Me despiertan como a las tarariras.Siempre me ha gustado aprender de los demás, sobre todo de los que se los nota el placer al compartir lo que saben.
    No soy un gran pescador pero si he decidido hace mucho años disfrutar de la pesca el resto de mi vida. Si sé que soy un gran observador . Se que aprender está muy ligado a la observación. Soy cabeza dura. Tengo mucha paciencia. Aprendo de mi mismo. De repetir hasta el artazgo mis acciones, hasta sacar las conclusiones, aunque sean frustrantes. Aprendo de leer lo que escribo de mi propia experiencia. Me permite repasar el conocimiento adquirido.
    Acabo de leer una de las más claras notas de acciones de pesca. Algunas revividas, otras descubiertas y otras opinables.Todas, ya forman parte de los apuntes de mis OBSERVACIONES. Permitime contar con ellas.
    Gracias por tu generosidad.

  4. Sergio Tamer dice:

    la verdad ….muy buenas tus reflexiones !!!!!!!!!

  5. Koyote dice:

    En mi carácter de responsable de lo que se publica en este sitio y sobre todo de la calidad de lo que se publica, es que digo estas palabras:
    Casi nunca se encuentra gente con la capacidad observar, anotar y narrar estas experiencias como vos lo has hecho Gaby.
    Básicas o nó, refutables o no, me parece que estas experiencias son un documento altamente valioso para cualquier principiante (y no tanto) de la pesca de Tarariras.
    No es casual que esta nota haya sido publicada. No es material de relleno.
    Empezamos de abajo, pero vamos subiendo y el filtro es cada vez mas selectivo. Hace tiempo ya que no se publica “cualquier cosa” en Señueleros.
    Estas muy a la altura de la circunstancia, a pesar de que vos no lo creas… Es una gran nota.

  6. Miguelito dice:

    Gaby: el mejor compendio para tarucheros del que haya tenido acceso, y gratuitamente, en décadas de lectura
    Te ganaste un asado en San Nicolás, con visita guiada a espectaculares escenarios para la práctica de la pesca deportiva.
    Avisá cuando vengas.

  7. diego alimon dice:

    excelente!!!, una relato atrapante para todos los que amamos la pesca deportiva, una de las mejores notas que eh leido en estos ultimos años,un gran abrazo gaby

  8. TARANGA dice:

    gaby felicitaciones por el relato la verdad es excelente…. para cuando tu libro sobre tarus??? yo soy el primero en comprarlo… felicitaciones y muy ilustrativo tu relato

  9. Kind dice:

    Les agradezco a todos la calidez de sus palabras, la verdad que no me esperaba comentarios así, que me hacen sentir que puedo aportar algo y que además estoy acompañado en este camino.

  10. sebelio dice:

    ¡Excelente nota!
    Es un lujo poder acceder a los apuntes de un tarufán obsesivo.

  11. Jorge dice:

    Muy buena nota!felicitaciones, solo falto para los principiantes como yo, los señuelos básicos a tener en la caja, uno muchas veces compra señuelos por que entraron por los ojos, pero no sabemos si pescara o no, y muchas veces tenemos exceso de superficie y nos falta de media agua o de profundidad.

  12. Fede Duclos dice:

    Genial la nota. Ayuda a todos, principiantes y no tanto. Saludos.

  13. Nicolas dice:

    La verdad felicitaciones por este relato, simpre leo todos y generan una adrenalina increible, pero este me lo guardo para resaltar sobre todo varias cosas que me pasaron y que me generaron derrotas en ciertas jornadas. Y para el final me quedo con lo del orgullo, lo cual sucede siempre, porque dan verguenza los errores pero a la vez traen infinidad de respuestas y eso es asi sin dudas. Saludos a todos los señueleros!!

  14. juan dice:

    gabi..terrible texto!!mis felicitaciones..es como para imprimirlo y leerlo durante el viaje de pesca..antes pisar la orilla..jaja es cierto que en cada salida tuya se nota que haces modificaciones o buscas encontrarle la vuelta a lo que se presenta..todo descubrimiento se da por los mismos factores que aplicas en tu mente y en tu salida..la necesidad,la curiosidad,la duda,la frustracion y la motivacion por sobre otras tantas cosas..ademas tenes unos ambientes cercanos a vos que por suerte tienen unas tarariras que son de lo mas mañeras..y eso es una de las mejores cosas que te pueden pasar..gracias por el texto y un abrazo!!

  15. francico dice:

    muy buenos consejos muy bueno todo. yo soy de la pcia de cordoba aca habia muchas lagunas donde pescaba con señuelos hasta q el agua se enturbio y nunca mas salieron con señielos diria q casi imposible pescarlo. salvo con carnada.

  16. Maximiliano dice:

    Excelente tus letras sobre la pesca de la tararira, poder leer la vivencias de un pescador es leer la naturaleza.
    Gracias por compartir tus momentos…

  17. A dice:

    Excelente !

  18. Ale Zatta dice:

    Genial,

    creo, esto supera el libro de mi queridísimo Alvarito.

  19. Lenno dice:

    Kind! te felicito y agradezco por el articulo. Admiro tu pasión por este deporte y la comparto obviamente!

    Por otro lado… estaría bueno que los “señueleros” hagan un compendio de las notas publicadas y editen un libro para agregar a nuestras bibliotecas.

    un fuerte abrazo y buen pique!

  20. Pedro Sanz dice:

    Una nota muy interesante y generosa con los demás. Llevo mucho tiempo pescando con señuelos y lo que más me interesa de esta pesca es el reto continuo que supone aprender de las condiciones del día y la reacción de los peces. No cabe duda de que la tarucha es un animal fascinante. Al contrario que otros predadores puede ocurrir que necesite varias pasadas del señuelo hasta que ataca, y eso que no se ha movido del lugar.
    Otra cosa que merece comentario es que siempre aprendemos más de nuestros errores que de los aciertos. La pesca es una actividad psicológica, creo yo, en la que uno se enfrenta sólo consigo mismo, de modo que a veces es difícil hacer comprender a otro lo que pasa por nuestra cabeza, pero al mismo tiempo no hay que tener miedo a compartirlo, porque uno sólo compite consigo mismo. Eso es lo más sano.

  21. Kind dice:

    Gracias a todos por tomarse el tiempo de leer y comentar. Me alegra mucho que la nota les sea útil.

  22. LEO dice:

    recien leo este relato, muy bueno y preciso. Pero lo mejor de leerlo es que uno se da cuenta de que no está taaaan loco cuando pasa horas eligiendo un señuelo aunque sea casi igual a otros que ya tiene, o se embarra hasta la garganta para llegar a “ese” huequito lejano solo para ver si ahi reposa alguna tarucha, o visita -en mi caso- alguna lagunita cercana llena de barro y olores varios, en agosto y con viento, para probar si por casualidad están atacando, y de ultima si no hay resultados optimos al menos estuvimos un par de horas rodeados de naturaleza, alejados de los problemas de cualquier mortal, utilizando algunas variantes de los sentidos que en otras actividades no usamos (por ej. la observacion que tan bien describis en el texto). Al final no estoy tan loco. O si, pero somos varios por lo que veo. abrazos

  23. Mariano dice:

    Estimado Kind, no te conozco, solamente por este medio, pero pareciera que fuéramos compinches de pesca, desde ya muy agradecido por tus enseñanzas, es así como yo lo tomo, estate seguro que para mis próximas incursiones en la pesca de tarariras, voy a tener en cuenta mucho de lo que escribiste, desde ya muy agradecido por compartir tus experiencias.

  24. telmo dice:

    He leído esta nota con anterioridad y mas de una vez, y tengo la suerte de charlar de pesca con vos casi a menudo, sin embargo amigo, me sigo sorprendiendo con vos! Larga vida al tarufan obse! Brindo por él!