Evolución consciente

De un tiempo a esta parte empecé a darme cuenta que ya no pensaba de la misma manera.
Evidentemente la madurez hace que uno pueda hacer más conscientes casi todos sus actos y así aquéllos que eran solamente un impulso empiezan a verse más vinculados a la razón.
Recuerdo mi primer gran pesca. Tendría menos de diez años cuando armado de un mojarrero cometí mi primer masacre de mojarritas y dientudos. Fue en algún arroyo de la provincia de Buenos Aires, donde hoy seguramente ya nadie puede pescar nada, salvo un resfrío. El grato recuerdo de esos días, de la diversión, de la alegría, del éxito total, se ve hoy opacado por mi pensamiento consciente. Es que mi evolucionada mente ya no acepta aquella práctica como válida. ¿Qué pasó en medio de todo eso? ¿Qué fue lo que hizo cambiar mi manera de disfrutar de la pesca?
No es fácil entender cómo llegué a este presente cuando todos sabemos que hay gente que elige pescar siempre de la misma manera desde hace muchos años. Es que no sé si la evolución está en la naturaleza de todos los seres humanos. Creo que algunos están preparados para evolucionar, o se les da más naturalmente, mientras que otros son más tradicionalistas y son capaces de pasarse la vida entera haciendo exactamente lo mismo.
La cuestión es que quienes evolucionamos sentimos la necesidad de transmitir de alguna manera al resto de los humanos esa evolución. Porque si no la transmitimos a los demás no tendría sentido. Aquellos primates que empezaron a caminar erguidos, aunque la mayoría aún lo hiciera en cuatro patas, seguramente no dejaron de hacerlo pese a parecer “bichos raros”, y de seguro con el tiempo empezaron a ser imitados, hasta que todos caminaron erguidos sobre sus piernas. Así ganaron velocidad, pudieron ver desde más alto y por lo tanto cazar mejor: evidentemente la evolución es positiva.
El tema es que no siempre evolucionar es sinónimo de “poder matar mejor”. Por el contrario, en nuestros días estamos siendo testigos de situaciones que los naturalistas más antiguos definirían como una involución.
Algunas corrientes filosóficas consideraban como natural el incremento del poderío físico y esperaban que los hombres nos convirtiéramos en súper-hombres: más altos, más fuertes, más poderosos. Hoy ese anhelo sólo se traduce en películas de ciencia ficción. La realidad es que los hombres somos cada vez más débiles físicamente.
Pero está visto que la evolución del ser humano no pasa por el poderío físico sino por el intelectual.
El hombre más poderoso no es el más fuerte. El hombre más poderoso es el más inteligente. Y el hombre más inteligente se ha dado cuenta que el planeta en el que habita se está quedando sin recursos. Sin minerales, sin vegetales, sin animales, sin peces, sin agua. Y ese hombre pensante también se ha dado cuenta que si sigue consumiendo indiscriminadamente esos recursos que el planeta le brinda, va a quedarse sin nada. Algún día esos recursos empezarán a agotarse si la actitud del hombre no cambia. Aquí está la clave del tema. Cuando uno mira hacia atrás y comprende que hizo algo mal y es capaz de corregirlo y cambiarlo, está evolucionando. Aunque evolucionar signifique en este caso dar un paso atrás y dejar vivir en lugar de matar.
Evolucioné naturalmente al principio, de manera más consciente después. Pero al fin y al cabo he elegido no matar más peces hace mucho tiempo. Y he decidido también tratar de transmitir mi evolución al resto de los pescadores a los cuales tengo acceso, porque sé que son seres humanos inteligentes, capaces como yo de evolucionar.
La evolución no es un camino que se transita en un ascensor. No pasamos de un estado al superior mágicamente. No dejamos de matar, de torturar, de lastimar de un día para el otro. Es probable que debamos hacerlo de a poco necesariamente. Porque la naturaleza nos impuso algo distinto y no es sencillo cambiar el mandato de la naturaleza. Y también sabemos que la pesca es de alguna forma un vicio, que no puede ser arrancado de raíz.
Mi evolución fue paulatina, escalón por escalón. Pesqué mucho, con carnada. Maté mucho, a veces inútilmente. Un día empecé a pescar con señuelos. Otro día dejé de pescar con carnada. Otro día dejé de matar y decidí devolver casi todo lo que pescaba. Pocos días después descubrí que me producía una alegría mayor ver salir nadando al pez, recuperado luego de la lucha, que verlo muerto a mis pies. Días más tarde elegí pescar sólo algunas especies, las que más me divertían, y dejar en paz al resto. Varios días después decidí cuidar más los peces sacando anzuelos de mis señuelos para lastimar lo menos posible. Algunos días después sigo aprendiendo a manipular mejor y devolver al pez tratando de causarle el menor daño posible. Es probable que algún día decida pescar con mosca.
No obstante, a pesar de que soy consciente de haber evolucionado, no logro sacarme la pesca de la cabeza.
Tal vez algún día abandone el vicio y deje de pescar. Creo que falta mucho, pero estoy más cerca. Y sé que en mi camino el último peldaño de la escalera probablemente sea ése: dejar de pescar.
Tal vez ese día me llegue con la muerte. Pero incluso si es así me siento orgulloso de haber evolucionado, aunque en última instancia no haya podido abandonar el vicio.


Cerramos esta reflexión con una galería de comics del dibujante Dan Piraro, más conocido como Bizarro, donde “casualmente” se habla del hombre, la evolución, la pesca, los peces etc.
No hace falta traducción en la mayoría de los casos, pero se la agregamos por las dudas…

Les dejamos el enlace a la web del autor para que quien guste pueda disfrutar de su excelente trabajo.
Dan Piraro / Bizarro Comics 

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1 Respuesta

  1. Esteban dice:

    Diego, veo con entusiasmo que tu pensamiento es el camino que muchos pescadores que amamos la pesca nos cuesta o costaba transitar. Esa evolucion es, ni más ni menos que, hacernos más y más concientes. Consientes de que no somos dueños de la vida ajena, ni dueños de causar sufrimiento alguno, ya que la vida que habita en nosotros es la misma que habita en el otro, sea éste de la especie que sea. Pescar para alimentarse, es algo natural, pescar para divertirse ya no lo veo natural. En lo personal mi relación con la pesca fué de 20 años intensos, no habiendo heredado la pasión a través de ningún familiar, sino que la creé yo mismo, me atrapó por completo, a tal punto que negué todo ésto que planteás por miedo a darme cuenta de que lo que hacía causaba daño. Hace 3 años dejé de pescar, no pude mentirme más, no logre hallar forma alguna de pescar sin causar daño. El camino que mencionás es solo hacia adelante y tarde o temprano todos terminamos ahí. Me costó mucho admitir, fué una de las cosas que más me ha costado renunciar en esta vida, fue una dura pelea interna entre la conciencia y el deseo, que buscaba por donde escaparle a la razón. Así que decidi cortar todo contacto con la pesca hasta encontrar mi respuesta, así no me contaminaba con el deseo, que me empujaba por la misma inercia de esos 20 años de pesca. No me arrepiento para nada del camino que transité, gracias a la pesca conocí lugares hermosos, personas maravillosas, pero todo tiene un fin. Hoy mismo acabo de leer que Efrain Casto transitó lo mismo y pensé, yo soy un desconocido para todos pero si él pudo, el el mejor ejemplo de que se puede.