Love Story

Uno no elige de quien se enamora. Es algo que nos pasa, sin darnos cuenta.
Uno no sale un sábado a la noche con la idea de encontrar al amor de su vida. Aunque es algo que te puede pasar.
Lo que trato de decir, es que el amor, no es algo que se busque. Es algo que se encuentra, es algo que se siente… A veces inmediatamente, a veces con el tiempo.

Uno puede haber ya estado con ese o esa del cual se va a enamorar y todavía no saberlo. A veces uno se da cuenta que se enamoró de alguien o de algo cuando no lo tiene.
O se da cuenta que le paso “algo” hace mucho con esa persona o esa cosa, que es tan fuerte, aún mucho tiempo después…
Y ahí siente que no va poder dejarlo nunca. Se da uno cuenta que no lo va a poder borrar jamás de su memoria.

Ustedes, pescadores, se preguntarán… “¿De que habla este tarado? a mi me interesa la pesca, no esta pelotudez pseudo-romántica.”
Por favor. Leé unas líneas más…

Entonces, bien… debo confesarlo:
Estoy enamorado.

¿Y por que lo cuento acá? Bueno, porque… ¿Como decirlo? No se trata de una chica…
Ustedes dirán ahora… encima de romántico, homosexual… la única que faltaba… me voy a la mie…
Pero no. Detente un segundo amigo pescador…
Leé por favor unas líneas más, no te vayas aún.

Lo conocí, obviamente, en una casa de pesca… ¿donde más sino? No se los contaría a ustedes si no fuese así.
Estaba ahí, exhibiéndose… Cuerpo armonioso, aunque “chiquito”. Ojos acordes, y un labio…… Uf! Inolvidable.
Nos fuimos juntos. Hicimos algunas veces lo nuestro y quedo él ahí, como algo mas… Como esos amores “pasajeros”.

Pero como les había dicho, y de eso se trata esta historia, me enamoré.
Y ustedes querrán detalles… Entre hombres, nos gustan los detalles, es nuestra naturaleza.

¿Se acuerdan del petiso Guinzburg? ¿Cual era el caballito de batalla de su programa?
Preguntaba: “¿Como fue tu primera vez?” ¿De eso se trata no? Somos curiosos con esas cositas.
Les voy a contar entonces los detalles…
La primera vez

Laguna de Monte, Provincia de Buenos Aires. Hace más de 25 años. Estábamos vadeando frente a un juncal. Él (en la caja todavía) y yo. Atardecía.
Mi propia sombra se proyectaba unos 10 metros delante  de mí… Muy larga, el sol casi tocaba el horizonte, me daba en la espalda y se caía…
Buscaba el tesoro de todos los veranos. Si, ese que buscamos todos.
Era febrero y hacía calor. Viento nulo. La laguna planchada completamente.
Algún teórico solía decir “este artilugio debe usarse en situaciones de superficie planchada o apenas rizada”. ¿Les suena no?
Era el momento y el lugar. Y lo puse… y si son pescadores, hace rato que saben de quien hablo.

La vara, fibra de vidrio… Muy 80´s, muy babosa… Comprar una de las primeras kunnan de grafito que llegaban al país era imposible en ese entonces para un pendejo de 15 años…
Esa cañita humilde, me daba la precisión que necesitaba para pegarlo bien al juncal y hacerlo arrancar nadando desde ahí… donde suponía estaba el tesoro esperando agazapado, como si un pez pudiera agazaparse, antes de lanzar el tarascón certero y mortal.

Empieza el barrido. De izquierda a derecha, para abarcar todo el limpión delante del juncal. Silencio total. Nada se movía en la superficie de la laguna.
Sólo él, ese nadador, que venía chapoteando sobre el agua como un atleta olímpico, con su ritmo perfecto y la línea, tensa, tironeándolo para traerlo parejito y que no se detenga el engaño.

La imagen final, la que necesito que te imagines ahora o que recuerdes para cerrar esta historia, es imborrable, es conocida, es impagable.
Es la perfección única del pique a la vista, capaz de enamorar a cualquiera que ama la pesca con señuelos.

La imagen del amor
El borbotón, debajo del señuelo, el salto de la tarucha fuera del agua, con el muñeco en la boca, la vuelta en el aire y el tirón que sobreviene…
El ataque en su estado más puro, sin vergüenza… Por encima de la superficie del agua.
Simplemente Orgásmico.

¿Como no me voy a enamorar de ese muñequito de madera, con ese labio metálico?… ¡Si ver como lo atacan en superficie, al desnudo, es de lo mas lindo que hay sobre la tierra!
Ni siquiera me importaba perder 20 piques seguidos por lo blanda de la caña… Ver esos borbotones en la superficie lo pagan todo.

Hoy, mucho tiempo después de aquel día, me doy cuenta que…
Estoy enamorado, de este señuelo.