The Yoruguan Experience / Are you experienced?

Este año con la familia retomamos una vieja y sana costumbre que solíamos experimentar más a menudo cuando aún no teníamos hijos. Decidimos nuevamente salir de vacaciones y pasar fin de año fuera de casa.
Y la consigna fue siempre pasarlo en algún lugar que no conocieramos previamente.
Así fue que el final de 2010 nos encontró en el balneario de La Paloma, en Rocha, República Oriental del Uruguay.

En esos días previos lucubré estrategias. Tenía que conseguir la forma de poder irme a pescar.
En el camino de ida, que fue por tierra, hicimos el itinerario Buenos Aires – Gualeguaychu – Fray Bentos – Colonia – Montevideo – Rocha.
Casi 900 kilómetros, de a poco y en 2 días, por los chicos, con los cuales no es fácil viajar. Cruzamos infinidad de arroyos, cañadas y tajamares. Todo se veía muy tentador pero del dicho al hecho hay un trecho.
Había que parar y probar y eso no estaba en los planes.
Trabajo fino… muy fino. Que “manejé como mil kilometros”, que “el mar a mi no me gusta”, que “vengo por ustedes”… y llegados a destino, conseguí carta blanca para 2 o 3 horas diarias de pesca.

El lugar me brindaba varias posibilidades. Depuré las opciones y me quedé con las 3 que mas me interesaron.
El Mar en primer lugar, la Laguna de Rocha en segunda instancia y en último lugar coloqué un comodín, un arroyito (La Palma) al que le ponía pocas fichas, pero que quedaba muy cerca, el último que cruzamos en la ruta que une Rocha con La Paloma, apenas 3km antes de llegar a destino.
Conclusión: en menos de 5 km a la redonda tenia tres pesqueros en apariencia potables, que me interesaban.
Ahora solo tenía que ir a pescar.

Sweet & Sour. ¿Ó Sour & Sweet?

Primer intento
El primer lugar al que fuí, obviamente, fue al mar. Parecía lo más facil.
Las cañas estaban atornilladas al auto, asi que donde paraba y había agua, bajaban conmigo.
Primer intento: Balneario Arachania, la familia playeando, yo pescando (o tratando de pescar) a escasos metros. Según la guía de Rocha, el mejor pesquero de la zona. Pero en esas recomendaciones no nos tienen en cuenta a nosotros, los señueleros, que pescamos distinto.
Mejor pesquero de la zona tal vez… pero a carnada.
Mojé muñecos diversos en agua salada sin éxito durante un par de horas. Mis 2 primeras horas se habían agotado sin un sólo pique.

Se va la segunda.

“La bahia”, como la llaman en La Paloma, frente a “La Isla”. Un lugar paradisíaco a la vista del pescador, mar rompiendo, agua calma, piedras. Parecía un pesquero ideal. Pero fueron otro día y otras 3 horas más perdidas.
Vuelta a tirar todo… y nada.
Panorámica para la baba del lugar, aparentemente perfecto. Seguramente habrá que saber los trucos de los lugareños para pescar en ese reducto. Algo debe haber, yo no supe como pescarlo.

La tercera, es la vencida?
Harto ya de estar harto, ya me cansé.
Me voy al puerto y se acabó, pensé.

Escuché de los sables, que la noche, que el líder largo. Mis 3 horas de hoy son en el puerto, me dije.
Llegué temprano, miré un poco. Salían unos peces chicos que no sabía que eran… Más tarde me entero que los llaman “Bureles”, despues descubro que son las “anchoas de banco”.
Busqué señuelos chicos, plateados. Y los pesqué. Fácil, y con más éxito que quienes pescaban con carnada, que era el resto de la gente que poblaba el muelle.
Esto es pan comido pensé. Saque una decena mientras esperaba la aparición de los sables.

De los famosos sables ni noticias, todavía. Cae la noche y los bureles desaparecen.
Se escucha el grito de guerra y sale el primer sable de la noche.
Ví pescar a mi lado cerca de 20 ejemplares de estos “Pez Sable”, uno tras otro. Sólo con carnada, al pulso, sin boya ni nada… Anzuelo y un filet plateado colgando del gancho.
No tomaron señuelos en toda la noche. Ni yo, ni el otro (único) loco que pescaba con señuelos tuvimos éxito.
Al decir de los pescadores locales, estaban como aletargados… Ni siquiera daban buena pelea. Es sabido que son acrobáticos y peleadores. Nada de eso fue lo que yo ví. Parecía que sacaban un palo del agua. Las cañas (ultrapesadas) se doblaban un poco, sólo por el peso del pez. Los levantaban, se retorcían un poco y punto. Ni lucha ni saltos.
No saqué fotos. Pensé en esperar a las noches siguientes con la ilusión de llevarme la postal del sable con señuelo, cosa que finalmente, nunca pasó.
Todas las noches siguientes volví al puerto a ver si los sables volvían a aparecer. Pero, no volvieron más durante el resto de mi estadía. El último día, alguien me dijo que unos lobos marinos se habían apostado bajo el muelle hacía un par de días y que por eso los sables ni arrimaban. Son enemigos mortales.
Sour, very sour. Me quedé con las ganas.

More Sour
Decidí ir a lo mío, al agua dulce. Esa que domino un poco más.
La laguna de Rocha era la opción siguiente. Las posibilidades ahí eran varias, lenguados en la boca, tarariras en los afluentes.

Pero uno imagina una laguna como las de Argentina y esta era muy diferente.
Sólo un camino de entrada. Al llegar a la laguna, una villa de pescadores muy precaria. El agua en un nivel muy bajo.
Llegar a la boca es imposible en auto, todo arena y dunas. Sólo un breve recorrido por la zona que se podia transitar sin encajarse en la arena. Hubo que poner segunda y salir a lo macho para no quedar clavado en la arena como un….
Paisaje hermoso, pero de pescar ni hablar.

Llegar por los afluentes implicaba conseguir una lancha y entrar por agua o hacer no menos de 50 kilómetros, hasta el lado opuesto de la laguna y tratar de entrar por algún campo privado. Ninguna de las dos posibilidades era factible.
Llegar a la boca para poder tentar algun lenguado requería un cuatriciclo ó una 4×4, o un caballo. Tampoco eran posibilidades ciertas.

Vuelta al principio.

Vuelvo al mar, me dije. Frente al puerto, como en todos los puertos está la escollera.
Sobre la parte mansa me decián que podía tentar algun lenguado. Otra panorámica hermosa de lo que fue una pesca nula. Sin un sólo pique pese a haber tirado entre cada piedra de la escollera, rascando el fondo… Tambien tirando más lejos a ver si ocurria un milagro, pero nada.

El mar no era lo mío, decididamente. No quedaba otra que el comodín.

Sweet & Sour ¿Ó Dulce y Amarga?
Charco inmundo diríamos en Argentina. Arroyito de mala muerte. De esos que pasan despercibidos.
Sin embargo al llegar encuentro gente pescando, o tratando de hacerlo. Preguntas de rigor… que lisas, que tarariras, que dientudos… y bueno, me dije: señuelos al agua.
Quinto tiro, sin caminar demasiado, pique. Linda taru…
Empiezo a caminarlo un poco. Hacia adentro del campo se ponía cada vez más lindo… Y ahí si, se dió una pequeña fiestita, donde estuvieron todos.

Tarariras, muchas en portes moderados. Algunos Dientudos muy grandes. Entre ellos increíbles lisas de muy buen porte pasaban nadando como torpedos y saltando en un arroyo ínfimo.
Un espectáculo único.

Y los gringos lo llamarían “Sour Head”…
Para cerrar apareció la sorpresa. Esa especie que uno no tenía en cuenta pero que en Uruguay abunda. Y que suerte que abunde. Que lindo pique, que buena pelea.
Sin dudas y paradójicamente el que me sacó ese sabor Sour y me dejó Sweet, fue el Cabeza Amarga.
Acompaño con algunas fotos de esta hermosa especie.

Obviamente, no hay foto o video de todo lo que pesqué en estas 3 horitas, que fue mucho más que esto que ven aquí…
Un amigo tiene una frase de cabecera que dice: “So many fish, so little time” y cuando la locura se desata, nada más cierto… A pescar y nada de foto, que el tiempo es corto.

Conclusión final: Rocha es un excelente destino para la pesca. En muy pocos kilómetros a la redonda es posible hacer excelentes pescas, y de variadísimas especies.
Estoy seguro que con un poco más de conocimiento del mar el resultado hubiese sido mucho mas Dulce.
La ironía del titulo tiene que ver con esto, no dudo que sea un excelente pesquero, solo sé que del mar, no se nada.

¡No se lo pierdan, si van por ahí este verano!