Tornasoles made in “Paragua”

Hace unos días me contactó el amigo Gabi desde la vecina orilla, ya que necesitaba un artículo acerca de la pesca de tarariras tornasoles (hoplias lacerdae), y bueno, acá intentaré dar algunas indicaciones al respecto. Demos inicio a esto. Mi nombre es Marcos, pero si me buscan por ese nombre no me encontrarán, así que dirijan sus pasos hacia Durazno, ciudad capital del departamento de Durazno en la República Oriental del Uruguay, pregunten por el “Paragua” y recorran el Yi en sus orillas, ahí me hallarán, pescándolo desde hace unos veinticinco años, siempre a señuelo, siempre con artificiales y, a pesar de probar todos los estilos de pesca con señuelos, me decanté por el spinning por una serie de razones que iré detallando.
En mis comienzos fui recopilando información gracias a la célebre revista Weekend, y empecé a juntarme en un club de pesca con gente que me inició en esta pasión de la pesca “deportiva” (por así decirlo), los señuelos Del y la fabricación artesanal de cucharitas (a partir de las de postre, las cuales pintábamos para darles variedad de colores). Luego seguí recorriendo solo este camino, estudiando la naturaleza, sus ámbitos, lo más similar a un mosquero pero aplicando al spinning lo observado. Espero volcar algo de lo aprendido y si pueden sacar alguna enseñanza estaré orgulloso de ello.
En esta región las canchas o zonas de pesca son amplias, con mucha distancia de lance, hay lugares de 80 metros o más de ancho, yo los pesco a pie, vadeando con el agua a la cintura o al pecho, y por lo general trato de ubicarme en el medio del río y desde allí lanzar a las orillas en los puntos donde asechan las esquivas tornasoles. Es una variedad muy mañosa de tarariras y por eso su pesca es atrapante. Un día se puede tener suerte y sacar ochenta o cien de ellas cuando están rabiosas, pero se vuelve a ese lugar uno o dos días después o varias veces en la temporada y no se consiguen más de cuatro o cinco capturas, hasta hay días en que se camina durante ocho o diez horas para sacar apenas una o dos. En mi percepción es un pez muy inteligente, y eso también lo determina la zona de pesca, porque se trata de aguas limpias, cristalinas, en las que a veces incluso a 40 metros ya podemos distinguir las tornasoles si tenemos el ojo entrenado (la transparencia del agua, la claridad del lecho, la oscuridad del lomo y el porte de las tornasoles sumados a las elevaciones del terreno hacen posibles esas distancias de visualización), y por supuesto, también ellas nos ven a nosotros y huyen, de ahí que el señuelo tiene que adaptarse a lo que ellas quieran según el momento del año y la hora del día, y el pescador debe ser muy sigiloso, al punto de dar un paso sólo cuando el pie se apoya bien si está vadeando o lanzar desde muy lejos de la orilla si recién está accediendo al lugar de pesca. Es decir que estamos ante un rival muy ingenioso que muchas veces seguirá el señuelo hasta nuestros pies y sólo atacará si está seguro de hacerlo. Conseguir que las tornasoles tomen los artificiales es realmente engañar al pez, porque ellas tienen mucho espacio abierto y poca competencia y por lo tanto un margen muy grande para determinar si atacan o no y cuándo y dónde lo hacen.
Pero empecemos por lo primero, la elección del equipo. Opto por el spinning (con una caña de 2,10 metros que puede parecer larga y monofilamento fino) porque me permite lanzar señuelos de 3 a 20 gramos a distancias mínimas de 20 metros y hasta 60 u 80 metros en los lances lejanos con el señuelo apropiado. Al vadear con el agua que puede llegar al pecho, se necesita un equipo que pueda ser manejado con una mano sola, para realizar lances independientemente de la posición del pescador, y que además se banque la paliza de tantas horas de pesca. Por el contrario, un equipo de baitcasting no me resultó cómodo para la pesca que realizo, sumado a que en general conseguía una menor distancia de lance. Pesco entre cien y doscientos días por temporada en jornadas de ocho a catorce horas y he gastado varios equipos en estos años. El que uso actualmente consta de un reel tamaño 1000, una caña de 8-14 libras y 2,10 metros en un tramo, y como línea uso monofilamento de 0,25 milímetros. Este equipo me permite distancia, precisión, la seguridad de que se banca todo y es, fundamentalmente, equilibrado y por eso se siente como una extensión del brazo en todo sentido. El porqué de usar tanza tan fina y que a ustedes les suena a locura es debido a la zona: acá no hay plantas, sólo algún palo sumergido y piedras, es todo un río con ustedes en un extremo y la bestia en el otro, así que se puede afinar la línea al máximo que uno sienta cómodo y disfrutar de la pelea. En mi caso llegué a afinar hasta usar monofilamento de 0,185 milímetros con una caña de acción total, y logré sacar una tornasol de 6,5 kilos; mi récord mayor fue una tornasol de 8,5 kilos con monofilamento de 0.205 milímetros, luego de un largo rato de pelea.

Mis observaciones siempre se basan en estudiar lo que hace todo el mundo y tratar de hacer lo que nadie hace, buscarlas donde nadie ha ido, usar técnicas nuevas y pensar siempre de distintas maneras. La cuestión del equipo y la tanza también se relaciona con esta teoría. Ahora que el equipo ya está balanceado, que tengo cien metros de línea y logro buenas distancias, necesito que el señuelo se clave en esa boca tan dura de las tornasoles, por eso es que utilizo triples pequeños, de garganta redonda, muy pero muy afilados, tanto que se claven al mínimo roce, ya que otra característica de las tornasoles es escupir el señuelo ni bien se sienten pinchadas. Clavado el anzuelo en cualquier parte blanda de la boca, la carne no se corta ni se desprende el anzuelo justamente por el equipo liviano, la regulación del freno del reel para que ceda y la elasticidad de la tanza. El multifilamento es más clavador y se siente mejor, pero no cede, y entonces un anzuelo clavado que se mantiene siempre tirante en cada cabezazo agranda la herida y termina saliéndose (o “raja la jeta”, como decimos por acá). En cambio un equipo liviano y bien regulado, que actúe como un elástico, ayuda mucho en la pelea porque absorbe no sólo el cabezazo, sino gran parte de la energía bruta en su conjunto, con lo que nos facilita mantener la tensión de la línea y la atención en los cambios durante la lucha.
Bueno creo que hasta aquí más o menos aclaré el equipo y el porqué de cada cosa, pasemos ahora al trabajo del artificial. Como dije antes, me gusta trabajar los señuelos desde la orilla hacia el medio del río, esto resulta conveniente por dos motivos: por un lado, los peces forrajeros buscan refugio en las orillas y, cuando son atacados, huyen en paralelo a la costa o hacia el medio del curso de agua (ningún pez huye hacia la orilla, por supuesto); por otro lado, hay que considerar que cualquier corriente de agua va de lo llano de la orilla a lo hondo del medio, así que si lanzamos de esa manera lo que logramos es que el señuelo vaya copiando el fondo en su recorrido. Otra acotación que no hice, es que acá difícilmente las tornasoles tomen en superficie, por lo común es a media agua o en profundidad. En particular uso mayormente señuelos paletones, con los cuales regular la velocidad de tracción permite variar la profundidad que alcanzan y así poder trabajar raspando el fondo; además, al tener paletas largas por lo general en los enganches lo que tranca es la paleta, así que si se trata de un señuelo flotante alcanzará con liberar la tanza para que salga solo.
Pasemos al tamaño de los artificiales. El viejo refrán dice: “Pescado grande, señuelo grande”, y casi siempre esto es así. Pero como dije antes, yo busco el pensamiento lateral y tengo otra teoría para las tornasoles. A todos nos gusta el asado, comemos un kilo de asado de un tirón, pero sólo una vez al día y basta, a lo sumo dos días seguidos, pero al tercer día ya no querremos más asado, o sea: luego de un asado bien suculento, si nos ofrecen otro no vamos a aceptar, pero si en cambio nos ofrecen un bocadillo, pónganle un postrecito o algo por el estilo, entonces es probable que nos tentemos, y con una tornasol pasará lo mismo: quizás a la noche se comió un bagre de a kilo, así que está haciendo la digestión perezosamente al sol, y si le tiramos un señuelo grande lo mirará pasar; por el contrario, si ponemos un señuelo de 5 centímetros y se lo pasamos cerca como ofreciéndole un bocadito, un pequeño pez herido, con movimiento erráticos, casi moribundo, entonces la tentación será irresistible, y a eso súmenle un plus: el señuelo pequeño no sólo tienta a las grandes sino también a las chicas. O sea: usen un señuelo grande y sacarán tornasoles grandes, quizás con suerte una cada dos días, mientras que si usan un señuelo chico sacarán chicas y grandes todos los días. Les aclaro que para nosotros las chicas son de hasta 3 kilos, o sea que usando señuelos pequeños se garantizan un día a pleno disfrute con ejemplares de 1/2 kilo hasta 3, más la posibilidad de tentar alguna de 5 a 8 kilos y con ésa sí llegar al paraíso.
En cuanto a colores y variedades de señuelos, son cuestiones imposibles de resumir, me llevaría un capítulo entero detallarlas, pues dependen del color del agua, la hora del día, la época de la temporada. Por lo general hay un mínimo de unos cuarenta señuelos bien variados para empezar a pensar en tener éxito en una pesca; de esos cuarenta, ya en el lugar de pesca, viendo las condiciones, se eligen unos diez o doce que se van variando a lo largo del día conforme avanza la hora. Les hago una guía básica: colores rojos y blancos, negros, grises, azules, los fire tiger y los realistas que imitan mojarras, dientudos y cabezas amargas; en cuanto a forma, andan muy bien los cranks gorditos, y cuanto más movimiento de colita tengan, mejor; también los articulados, los clásicos de Del: coquets, tucanes, mansos, siempre como parámetro máximo el tamaño de un Coquet flex nº2. Hay que irse a los extremos acá: desde señuelos realistas como el Pep fish de Del al arrancar o terminar la temporada, que es cuando las tornasoles comen para juntar reservas para la reproducción o el letargo invernal, a las imitaciones de cabezas amargas y dientudos cuando las tarariras están en el nido o cuidando su territorio, ya que estas especies les comen los huevos, pasando por los colores más chillones cuando están cluecas y atacan lo que las irrita por acercarse a su nido. Hay muchos efectivos, tomen en cuenta la forma de un globito panzón o un gusanito articulado y a partir de ahí dejen volar su imaginación.

 

Bueno, hasta acá la pesca, ahora la devolución. Quisiera dar una breve explicación sobre la manera de tomar al pez. No suelo utilizar el bogagrip, lo probé una temporada y no me sentí cómodo ni conforme con su uso. Si observan las fotos, mi manera de tomar las tornasoles es por detrás de la cabeza, trabando los dedos en los opérculos pero sin tocar las agallas, de esta forma logro varias cosas: primero que abran bien la boca y así es más fácil desanzuelarlas; segundo, la estamos tomando de una parte firme, contra la “nuca” del pez por decirlo de algún modo (si han visto una gata o una perra llevando sus cachorros entenderán a lo que me refiero; ya ven las cosas que observo y las meto en la pesca), y una vez que alzamos la captura su peso mismo la mantiene trabada; y tercero, todos sabemos que la yema de nuestros dedos es muy sensible y tiene la piel delicada, les garantizo que si tocan las agallas de una tornasol de 4 o 5 kilos les van a quedar los dedos hechos flecos, ya que tienen unas puntas óseas que lastiman y de verdad; o sea que tomando las tornasoles de esta manera usamos como margen de seguridad el dolor de una parte sensible nuestra, los dedos, porque si nos duele a nosotros es seguro que le está doliendo también al pez debido a que nos estamos metiendo en sus agallas. Y si el eje del asunto es el dolor y el daño que ocasionamos, probablemente así le duela menos a la tararira que usando una pinza de metal que le rompe los dientes, la membrana de la boca o algo más grave, como lamentablemente se ve en tantas fotos. Ahora bien, esta manera de tomarlas tampoco es que funciona de una; primero hay un truquito aplicable a todas las tarariras: cuando ya la tenemos a mano, es decir que la arrimamos y pasa junto a nosotros en el agua, hay que tener cuidado porque en verdad está guardando energía para una explosión repentina, entonces le damos una palmadita en un costado y veremos que sale en una corrida como un misil, la volvemos a arrimar despacio, le damos otra palmadita y ahora la corrida será más corta, a la tercera vez por lo general ya no huye y además es como si se acostumbrara a nuestro tacto, ahí tocamos su cuerpo suavemente con los dedos y la tomamos luego con firmeza pero sin apretar, sin introducir los dedos en las agallas, porque ya sabemos que nos dolerán, y mucho, si lo hacemos. Ahora sí sacar el anzuelo, la foto y al agua. Como dije antes, pesco con el agua al pecho o a la cintura, y por eso cuanto menos peso llevo, mejor; además ando siempre descalzo o de ojotas, con short, remera y sombrero, y esto merece también una explicación: me visto así para andar cómodo en el agua pero también porque uso el cuerpo como medidor de temperatura, es decir que mientras vadeo voy buscando la corriente fresca, la temperatura donde las tornasoles se sienten mejor; por más seco y bajo que esté el río, siempre hay corrientes de agua más fría y ellas están a gusto en un rango de temperatura que aprendí a leer con el cuerpo. Tendría más detalles para agregar, pero la nota se haría muy extensa, espero con esto aclarar el panorama de cómo pesco mis queridas tornasoles, y de paso hacerles evidente que mi enfermedad es crónica y en este caso por suerte incurable.

Por último, quiero resaltar la importancia de la devolución en la situación en que nos encontramos ahora. Es muy lindo hablar de monstruos de 8 kilos, y por suerte he vivido para ver de hasta 12 kilos, pero antes una pesca normal eran ejemplares de 3 a 5 kilos, mientras que ahora en los mismos lugares con mejores equipos, más experiencia y mejores señuelos, lo normal son portes de 1 a 3 kilos. Y eso se debe a la cultura de pescar y matar para presumir. Hay que tener en cuenta que un ejemplar de 5 kilos pasó los 10 años de vida, así que si sacamos y sacamos y sacamos, llega un momento que se corta ese eslabón y la cadena que antes llegaba a los 12 kilos ahora llega a los 5 y encima la seguimos acortando a diario. Disculpen esta última parte amarga, pero me crie en un río pleno de vida y lo estoy viendo morir día a día, temporada tras temporada. Lamentablemente, aquello de que “uno no es profeta en su tierra” acá se aplica, los pescadores matan irreflexivamente, y por eso este artículo es el primero que escribo. No suelo enseñar nada de lo aprendido a nadie ni salir a pescar con gente de mi ciudad, porque los veo constantemente matando. Recién ahora que empecé a conocer gente de fuera de mi país con mis ideales de pesca y devolución, de a poco estoy saliendo de mi ostracismo. Así que si alguien puede ayudarme a difundir la pesca con devolución, será bienvenido por mis tierras y en lo que pueda estaré brindándole mi experiencia para que se lleve la mejor postal de su vida.

Saludos pescadores.

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Postfacio (by Kind)
En las dos ocasiones en que fui a buscar las tornasoles la temporada pasada, el Paragua me llevó a recorrer sus pagos y me explicó cómo pescarlas. Pude ver en la práctica todo lo que cuenta en la nota y recibí además un montón de consejos para sacarme de la cabeza el “chip malabaricus” y reemplazarlo por otro “lacerdae”. Así como en Argentina las hoplias malabaricus de las lagunas bonaerenses no se comportan como las litoraleñas o las cordobesas debido a que sus hábitats son bien diferentes, de igual manera las hoplias lacerdae tienen su propio comportamiento adaptado a su medio, que a su vez es distinto de los que mencioné antes. O sea que para pescar las tornasoles lo primero es cambiar de mentalidad, porque se está ante otra especie y en otro medio. Hay que aprender de nuevo a pescar tarariras, porque son otras tarariras de otro lugar. Para que lo vean claro: al regresar del segundo viaje a Durazno, tuve la suerte de pescar en Gualeguaychú una tornasol (sí, aunque es muy raro encontrarlas, también hay en nuestro país en zonas aledañas al Río Uruguay) y al mismo tiempo un amigo pescó una malabaricus; ambos ejemplares eran casi del mismo peso, cerca de los dos kilos, y en la comparación, la tornasol tenía la cabeza mucho más en punta tanto vista de arriba como de costado, por lo que su boca era 1/3 más pequeña, con lo que pueden entender el porqué de usar señuelos aparentemente chicos; además, esa forma de cabeza muestra claramente que la tornasol es más veloz y nadadora que la malabaricus, es más “acuadinámica”, porque lo necesita en su medio de aguas abiertas (la primera que pesqué tomó el señuelo a la salida de una corredera que se formaba entre las piedras de una cascada, un lugar inconcebible para una malabaricus, pero sí admisible para una trucha o un dorado), y es por ello que pelea mucho más y tarda más en rendirse, con lo que se entiende la necesidad de un equipo pensado desde la elasticidad para amortiguar esa pelea en agua despejada (un equipo que en nuestro medio habitual hasta resultaría perjudicial porque perderíamos las taruchas enterradas bajo la vegetación acuática).
Pero el Paragua no sólo consiguió que finalmente entendiera lo que me explicaba y que pescara varias tornasoles, sino que además, con su manera de ser como pescador y como persona, me hizo reflexionar sobre mi forma de pescar y también sobre lo que buscaba en la pesca misma. El Paragua me hizo reconsiderar lo que había aprendido de pesca hasta ese momento para volver a lo esencial. Les cuento una anécdota para que me entiendan. Mientras caminábamos por la orilla pedregosa de un arroyo, el Paragua se detuvo y lanzó a un punto específico. Al toque clavó una tornasol que en la pelea posterior nos demostró que andaría por los cinco kilos. La habrá tenido enganchada no menos quince minutos mientras nos iba explicando cuándo aflojarle, cuándo tirarle; al fin la trajo junto a nosotros y nos explicó su técnica para amansarla y poder tomarla con la mano. Luego de todo eso, cuando ya estaba a punto de levantarla para la foto, la tornasol dio un cabezazo final que la liberó del señuelo y se fue. El Paragua se sonrió y nos dijo: “Qué bueno que me dio tiempo para explicarles todo”. Otro pescador se hubiera enojado, y mucho, al perder una captura excelente por enseñarles a pescar a unos tipos a los que casi no conocía. Pero el Paragua no, porque sabía que el pez ya había dado lo que tenía para dar, e incluso más todavía porque con su pelea había permitido que aprendiéramos los que estábamos allí. Cuando esa tornasol se escapó, lo importante ya había sucedido, y por completo, con plenitud. Lo accesorio y vano, el trofeo de la foto, no era relevante para el Paragua.
Así es Marcos Aranda, un tipo que con calidez y buen humor, sabiduría en su oficio de pescador y generosidad para enseñar, te hace reflexionar sobre qué es lo verdaderamente importante en nuestra actividad, y de ese modo rompe los esquemas y prejuicios y te lleva a pensar distinto. Porque sin dudas que en el trato social entre pescadores es gratificante mostrar una foto como trofeo, pero no deja de ser algo accesorio, lo importante en lo personal, lo que hace que nos guste pescar con señuelos, es todo el proceso previo: integrarse a un ámbito natural, buscar al pez, engañarlo y luego sostener con él una lucha cuyo valor está en sí misma y no en el resultado. No nos olvidemos que lo que nos da un subidón de adrenalina que nos va convirtiendo en adictos, es el pique, no la foto, así que ahí está la clave de lo que en verdad vale la pena, aunque después haya mucho fuego de artificio alrededor. Y para recordarnos precisamente eso, está Marcos pescando tornasoles en el Yi.

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15 Respuestas

  1. donkb dice:

    pufff, excelente nota, gracias por enfermarme un poquito mas!!!

  2. unclewalter2009 dice:

    Muy buena nota por lo amena e instructiva.
    Coincido con Gabriel, la esencia es el pique, porque prueba que el engaño funcionó.
    Saludos…..Walter

  3. Sapito dice:

    Impecable nota, gracias a Dios puedo pescar con este paragua y aprender mucho de el cada dia. Gabriel, sos un pescador… espero nos veamos pronto!

  4. G.I. Ramone dice:

    Noton! que ganas de pescar estas tornasoles, como dijo por ahi gaby las emperatrices! Muy buenas fotos. Gracias Paragua por compartir tu conocimiento con nosotros!

  5. Ale Quete dice:

    Excelente la nota me gusta como nos muestra otra particular tecnica para las morochas uruguayas y alguna argentina criado en la cuenca del Gualeguaychu también pesque lacerdae cuando para mi eran “las negras” y ahora en Córdoba tenemos muchas diferencias con la pesca en otros lugares y muy similares paisajes a los descritos en la nota felicitaciones de nuevo un material de primera que se repitan las cronicas orientales

  6. Carlos Bordagaray dice:

    Exelente nota muy explicativa !!!!!

  7. Hace poco encontre esta página, nunca antes en la vida había encontrado lectura que me atrape tanto como las notas o relatos que aqui encuentro! Gracias!!!!!

  8. Paragua dice:

    Muchas gracias por sus comentarios, es de sumo agrado leer y ver por intermedio de ustedes que esta pasion y la pesca con devolucion gana adeptos dia a dia, sera un honor compartir algunas experiencias con ustedes, en breve elaboro algo que espero sea de su agrado.–

  9. jorge noé dice:

    MUY BUENA NOTA Y UN AGRADECIMIENTO ESPECIAL POR COMPARTIRLA.

  10. Nicolas Velich dice:

    Gracias Paragua por compartir pescas y experiencias. Muy bueno.

  11. Gaston dice:

    Gracias Paragua x semejante nota, mas que nada porque es muy dificil encontrar informacion de la hermosa tarucha azul o tornasol como le dicen alla.. Tuve la posibilidad el año pasado de ir a durazno, como el yi taba muy crecido pesque en el arroyo tejera creo q se llamaba.. AHora entiendo porque me resulto muy dificil dar con ellas, le tire con de todo de superficie y en lugares de agua quieta y baja, pensando que se comportaban como las malabricus, gracias al cielo tenia un gusanito highlander con cucharita que fue lo unico que me dio dos hermosos ejemplares de 2.5 y 3 kg..que por supeusto devolvi a su origen, y la unica forma fue dejando caer el señuelo al fondo y dar tironcitos y de nuevo al fondo. Ahora el finde del 11 de octubre voy de nuevo para alla, me voy a llevar mas de profundidad! Gracias Nuevamente!

  12. telmo dice:

    Muchas gracias Paragua por la nota! De lectura obligatoria! Ojala tenga la suerte de pescar codo a codo con vos en breve! Se que será uno de los grandes regalos que me dará la pesca!. Por otro lado un placer leer a Gabriel resumiendo tanto con las palabras tan exactas: “buscar al pez, engañarlo y luego sostener con él una lucha cuyo valor está en sí misma y no en el resultado.” Toda mi admiraciòn para vos amigo Kind!

  13. LEO dice:

    Excelente nota, muy clara y explicativa. Indudablemente una pesca muy diferente a la de las malabaricus de mi zona (norte de pcia de bs.as.), aca se destacan los señuelos de superficie. Un verdadero lujo la nota. Y muy bien escrita. Da gusto leer las publicaciones de esta pagina, a la que hacia varios meses (demasiados) que no entraba. Un abrazo.

  14. Ramiro dice:

    Hola ¨¨Paragua¨¨ muy buena la nota , hoy la releí porque voy en unos día a probar suerte con las tornasol,Me voy dos días a Estancia Ninette sobre la costa del Rio Negro, quería preguntarte si tenes referencias del lugar ? y otra duda es si traes los señuelos rápido o despacio , desde ya muhas gracias y te felicito por la nota.
    Gracias Kind tambien

    • Paragua dice:

      Recien vi tu comentario, perdon la tardanza, la estancia Ninette no la conozco che, referenta a la velocidad depende del señuelo, epoca y demas, lo mas normal por asi decirlo es o bien traerlo erraticamente como un pez herido o rapido y nervioso como un pez huyendo, depende si estan cazando activamente o remolonas, tenes que estar atento ver si lo siguen o tenes ataques y ahi variar el comportamiento del señuelo para provocar el ataque