Pescado rabioso

La salida que les narro a continuación, ocurrió en abril del 2011 y el relato quedó pendiente… Demasiadas pescas nos regaló la temporada 2010/11 como para andar escribiéndolas a todas… Pero ésta en especial, se lo merecía. Por eso, saldo la deuda y les cuento acerca de los Dorados rabiosos de Berisso”.

De los lugares cercanos a Buenos Aires donde hemos pescado dorados, sin dudas uno de los menos expresivos (a simple vista) para el pescador, son estos postes conocidos como “Los Malecones” de Berisso o más exactamente, Ensenada.
Entrando por la localidad de Berisso, barrio vecino de La Plata, y luego de unos pocos minutos de navegación nos encontramos con esta formación de postes de Pinotea, perfectamente alineados y muy derruidos por los años que llevan semi-sumergidos en las aguas del Río de la Plata.

En este inexpresivo escenario, casi por casualidad nos topamos con el guia, don Luis Pavoni, gran conocedor del lugar, quien nos contaba que esta estructura data del año 1889 y su función es contener una pared de rocas sumergidas, que impiden que el sedimento que empuja el Río de la Plata llegue al canal principal de entrada al puerto de Ensenada por donde circulan los navíos.
Con Luis y su ayudante Corcho vivimos una de las pescas más emocionantes de esta temporada que pasó.
Una pesca de las técnicamente más interesantes que pueden darse en los pesqueros cercanos a Buenos Aires.

Estos aparentemente insulsos palos, le brindan a nuestros dorados un escenario ideal para desarrollar sus cacerías. Y sacarlos de ahí no es pasatiempo sencillo.
En este día tuvimos la suerte de tener las condiciones ideales. Nada de viento. Llegamos con el río en pleamar y pescamos durante toda la bajante.
A las 8am cuando empezamos a pescar, los postes no asomaban fuera del agua. Cuando nos fuimos, sobresalían casi 1 metro por encima de la superficie.

Vamos a la técnica: El malecón consta de 3 filas de postes alineadas y separadas entre sí unos 2 metros, tal vez menos.
El tiro ideal consiste en pasar por encima de esas 3 filas de postes y al recoger  pasar el señuelo lo más cerca de los palos posible, teniendo en cuenta que ahí es donde los dorados acechan. Parece fácil, pero la corriente hace que el señuelo nade de costado, así que hay que ser rápido.
El señuelo debe ir al palo más lejano opuesto a la corriente, para que al empujarlo el agua derive en la dirección que necesitamos y no se enganche en la salida del malecón. Es decir debe pasar entre las 3 filas de palos en diagonal, rápido y preciso.
Si hay pique en el medio, cosa que pasó la mayor parte de las veces, hay que sacar de ahí al pescado rápido. Hay que ganarle de mano, porque si el dorado nos gana la base de los palos es corte seguro.

Una vez aclarada la técnica a utilizar empezamos a elegir señuelos. Empezamos de arriba hacia abajo pero no estaban comiendo en superficie.
Tampoco era posible, por la violencia de la corriente y la existencia de piedras rascar el fondo. Fue a media agua entonces.
Para hacer mejor puntería salimos con algunos señuelos lipless (Rapala RNR8, Clackin RAP, Strike Pro Flap Jack), pero no los tomaban… No sacamos ni un dorado, a pesar de que tiramos unos cuantos de este tipo de señuelos.

Por las condiciones que describía antes, el peso y forma de un lipless nos daba una precisión más difícil de lograr con otros señuelos.
Pero los dorados estaban en uno de sus días selectivos… No mordían cualquier señuelo que se les cruzara.
La opción eran entonces los silenciosos.

La cuestión fue que los señuelos Alfers de media agua (Bananas y Mojarras) se llevaron todos los premios en este día y terminaron destruidos por la cantidad y violencia de los piques.
No importaba demasiado el color. Lo único que parecía tener relevancia el hecho de que fueran mudos.
Alternamos los Alfers con algún otro silencioso de NG, algún Rapala longcast o DT Fat, todos carentes o con un mínimo rattle.

Lo más espectacular era que con la fuerza del agua de un lado, más la violencia típica del pique, los dorados saltaban por el aire de lo lindo.
Si bien la pesca fue muy abundante en cantidad, no fue por eso una pesca fácil.

Innumerable fue la cantidad de doradillos obtenidos, con un promedio de entre 2 y 3 kg de peso. Si bien no eran grandes piezas, la fuerza del agua y la velocidad en la que hay que ganarles hizo de esta una pesca muy exigente y violenta.
Saltos, corridas, velocidad y adrenalina conjugadas en cada pieza cobrada. Sin dudas los doradillos más enérgicos de esta temporada.

Para cerrar el relato hay que mencionar el impecable trabajo de los guias que nos mantuvieron a la distancia ideal para el lance sobre la zona de pesca, un trabajo perfecto, que pocas veces se ve.
De más está decir que todos los doradillos volvieron al agua con el menor daño posible.

Vale la pena ir a Berisso a luchar un rato contra estos doraditos saltarines y rabiosos.

Una reflexión final: La última crecida del río Paraná fue muy generosa en cuanto a la repoblación ictícola que produjo en toda su propia “baja cuenca” y en el Río de la Plata.
Este pesquero ha sido históricamente escenario de grandes bogas y sábalos, especies que eligen esta zona justamente por la gran cantidad de sedimentos que se acumulan contra el malecón, de donde obtienen su alimento. Las capturas de dorados antes eran esporádicas. Este año los dorados eligieron la zona precisamente porque allí están sus presas comiendo en cantidad y por ello decidieron estacionarse en los malecones en su migración estival.

Ahora, que los tenemos tan cerca, seamos concientes, cuidemos de esta nueva camada de doradillos.
Practiquemos la pesca con devolución y denunciemos la depredación ilegal de nuestros ríos.